Nuestro Planeta está cada día más caliente. Nuestro modelo de vida está en peligro. La urgencia se agrava porque el cambio climático no es un problema lineal, sino exponencial. Cada día perdido hace más difícil cambiar la trayectoria actual.1
Pese a las sucesivas cumbres, la propia ONU reconoce que los planes aprobados contra el Cambio Climático son claramente insuficientes para evitar sobrepasar el objetivo máximo de calentamiento del 1,5ºC.
¿Estamos a tiempo para solucionarlo?
La buena noticia es que sabemos qué es lo que provoca el calentamiento global: las emisiones de gases de efecto invernadero. Sobre las que podemos influir.
La mala noticia es que parecemos incapaces de avanzar con la velocidad necesaria.
Pero como Humanidad hemos sido capaces de superar grandes retos. Si somos optimistas y pasamos a la acción, podemos conseguirlo.
Pensemos en la lucha contra el cambio climático como un juego. Ganarlo consiste en reducir suficientes emisiones de CO22 para reequilibrar la Tierra. Hay tres estrategias: eliminar, sustituir y absorber. Veamos con qué cartas contamos.
1. Eliminar lo innecesario: Superar el consumismo
La forma más inmediata de reducir emisiones es eliminando lo innecesario que las causa. Vivir con menos cosas, más duraderas y de mayor calidad, aplicando los principios del consumo responsable y la economía circular, es algo que todos podemos hacer desde hoy mismo.
El 45% de las emisiones de CO2 provienen de la fabricación de productos. Reducir lo que consumimos, extender su vida útil y reutilizar siempre que sea posible, no sólo elimina las emisiones de todo lo que dejamos de consumir, además envía una señal al sistema económico para producir menos.
Hay que cuestionar el modelo de crecimiento económico actual basado en el PIB como medida de progreso. Aunque el “degrowth” o decrecimiento en términos absolutos no es realista como solución única para resolver el cambio climático, decrecer de forma selectiva el consumo innecesario puede reducir muchas emisiones.
Más cuando gran parte de este consumo corresponde a un segmento reducido de la población mundial. De replicarse, se dispararán la demanda global y por tanto las emisiones. Mostremos con el ejemplo el camino hacia un modelo de consumo y crecimiento sostenible.
2. Sustituir lo que emite: Descarbonizar
Se habla de la “descarbonización" como la reducción de emisiones en el ciclo de producción y consumo. Es en la energía, dado su carácter transversal y capacidad para impactar en toda la economía, donde más esfuerzos se estan concentrando.
La transición energética implica la sustitución de energías fósiles, fundamentalmente carbón, petróleo y gas, hoy dominantes, por energías renovables, como la solar, la eólica o la hidráulica.
Desplazar las energías que generan más CO2 (carbón, petróleo y gas, en ese orden) debe hacerse de la forma más rápida posible, pero sin olvidar la seguridad y accesibilidad del suministro. Acelerarlo tiene un efecto multiplicador, al fomentar mejoras en rendimiento y coste de las renovables derivadas de una mayor escala.
Dicha transición se traduce en buena parte en la electrificación de todo lo que sea posible, desde medios de transporte como los coches eléctricos hasta la calefacción del hogar mediante la aerotermia. Pero las emisiones producidas por la electricidad dependen del mix energético en su generación, que hoy todavía incluye fuentes fósiles como el carbón. Es por tanto necesario descarbonizar también la electricidad y asegurar que procede de energías renovables, u otras que no emiten CO2, como la nuclear.
El desarrollo de otros combustibles no fósiles, como el hidrógeno, puede resultar complementario en usos dónde la electricidad no resulta todavía una solución, como el combustible para la aviación o industrias pesadas como el cemento o el acero. También la producción de materiales y combustibles basados en la valorización de residuos, como el biogás (un caso concreto de la “economía circular industrial”, basada en usar residuos como recursos).
3. Absorber emisiones
Reducir emisiones absorbiendo y compensando proporciona un arsenal adicional para ganar este juego. Bien capturando nuevas emisiones, bien sustrayendo parte de los gases de efecto invernadero ya en la atmósfera. Hay dos formas de lograrlo: mediante la Naturaleza y la tecnología.
La naturaleza ya nos ayuda a combatir el cambio climático mediante la absorción de carbono, que siempre ha realizado orgánicamente. Sin embargo, esta capacidad se está reduciendo peligrosamente dado el deterioro progresivo del medio natural. Preservar y regenerar la naturaleza tiene un impacto directo en la reducción de emisiones, además de reactivar los ciclos naturales que son clave para la sostenibilidad del Planeta.
Dicha preservación y regeneración son especialmente críticas en los ecosistemas que suponen los principales sumideros de carbono, como las selvas tropicales o los océanos. Invertir en “blindar” su protección y regeneración es clave para el Planeta. Resulta urgente preservar los “pulmones del Planeta”, muy concentrados en 3 países (Brasil, Congo e Indonesia), y las especies clave en los ecosistemas marinos, como las anémonas o las barreras de coral. A ello deben sumarse otras acciones a escala que suponen llevar los beneficios de la Naturaleza a la economía, como la agricultura regenerativa.
Además, hay grandes esperanzas en el desarrollo de tecnologías de absorción de carbono, bien directamente de la atmósfera, como la Captura Directa de Aire (DAC), o neutralizando procesos que liberan CO2, como la Captura y Almacenamiento de Carbono (CCS). Aún en fase inicial, proyectos pioneros, como el de Climeworks en Islandia, nos ayudarán a concretar su potencial y riesgos.
Llegar a tiempo
Contamos, por tanto, con un buen número de cartas para reducir emisiones y acabar con el cambio climático. Sea eliminando consumo innecesario, electrificando la economía o preservando la naturaleza, en cuanto más manos juguemos, más cerca estaremos de estabilizar el clima.
Pero no tenemos tiempo que perder. El cambio climático avanza exponencialmente y la Humanidad reacciona de forma lineal,
Afortunadamente contamos con 2 herramientas exponenciales: la Naturaleza y la Tecnología.
Reforzando los ciclos de la naturaleza podemos disfrutar de sus “servicios de ecosistema” e incrementar su capacidad como sumidero de carbono. Fomentando iniciativas que combinen la innovación tecnológica con la iniciativa empresarial podemos originar soluciones escalables, como lo ejemplifica Tesla creando la industria del coche eléctrico. También podemos combinar ambas, como el uso de la Inteligencia Artificial para conservar y proteger la Naturaleza.
¿Qué podemos hacer como ciudadanos para acelerarlo? Contamos con dos buenas cartas: nuestro consumo y la regulación. Apuntemos en la dirección que favorezca la recuperación de la naturaleza y el desarrollo acelerado de soluciones tecnológicas, y la lógica económica las empujará a un círculo virtuoso exponencial. Como ya ha hecho con la energía solar.
¿Acabamos con el cambio climático? Está en nuestras manos. Lo que hagamos cada día puede iniciar el ciclo exponencial que devuelva el equilibrio al Planeta. Y ganar la partida.
Este artículo es una evolución simplificada sobre una de las primeras reflexiones compartidas en Verdades Incómodas, “Cómo combatir el cambio climático”, e incorpora sugerencias de algunos lectores (¡de nuevo, gracias!). Si quieres contarme qué te parece, me encantará escucharte. Y si te apetece, no olvides darle un like ❤️
Por simplificar, este juego sólo cubre las emisiones de CO2, como el principal gas de efecto invernadero. Hay otros, como el metano, que también merecen su partida.