Si preguntamos a un consultor cómo lograr el máximo impacto al combatir el cambio climático, teniendo en cuenta los múltiples frentes en que podemos actuar, seguramente tendría en cuenta la urgencia de la situación y nos animaría a empezar con “quick wins”, aquellas acciones que pueden generar resultados más rápidamente.
Probablemente lo que mayor impacto produciría de forma inmediata es consumir menos, comprar menos cosas y de mejor calidad. Sin embargo, paradójicamente, parece ser que es lo que más nos cuesta lograr a nivel colectivo: “resetear” el consumismo que nos tiene atrapados.
Entonces el consultor nos aconsejaría “ser realistas y reconocer que el mundo funciona por incentivos económicos”, y centrarnos en problemas más fáciles de resolver.
Y es que cuando la lógica económica sopla a favor nos puede traer vientos de cola que impulsen otro tipo de “quick wins”, de forma que sean “buenos para el Planeta, buenos para la economía”.
Ello explica que, hasta ahora, buena parte del foco a la hora de buscar soluciones para restar las emisiones de gases de efecto invernadero se haya concentrado en el entorno de la energía, dada su transversalidad, al afectar a procesos en la casi totalidad de la economía, y la oportunidad de escalar a gran volumen las mejoras que se identifiquen.
Siguiendo con la jerga, nuestro consultor podría proponernos unas cuantas soluciones que son un “no brainer”. Esto es, en las que cambiar cómo funcionamos ahora por una alternativa más alineada con el medio ambiente pueda resultar rentable sin asumir un riesgo significativo.
Las fugas de metano y otras mejoras de eficiencia
Un ejemplo es la decisión que tomaron en la COP-28 los productores de energías fósiles respecto al metano.
El metano es “el otro gas”. Del que se habla poco, el foco suele reservarse al dióxido de carbono o CO2. Pero su impacto sobre el cambio climático es notable en el corto plazo: Se estima que el metano contribuye en un 45% al calentamiento global. Si bien cuenta con la ventaja de que su efecto invernadero cae tras los primeros 10 años, en ese período genera una radiación térmica 80 veces superior al CO2. Dada la urgencia de la aceleración climática, el metano no se puede ignorar. Conforme al Programa Medioambiental de la ONU, “reducir las emisiones de metano es la forma más rápida de atacar el cambio climático.”
La buena noticia es que buena parte del problema del metano son las fugas en la canalización del gas que lo contiene. Eliminarlas no sólo tiene un efecto medioambiental positivo sino que además permite a las gasistas aumentar su eficiencia al eliminar mermas en su transporte, y por tanto generar ingresos adicionales que compensen la inversión inicial. Simplificando mucho, sería el equivalente a reparar una tubería que pierde líquido. Un “quick win” impecable. Y se conoce su solución: La IEA estima que de alcanzar todos los países la eficiencia actual de Noruega se reducirían estas emisiones en un 90%, y ya han surgido múltiples empresas especializadas en detectar las fugas para facilitarlo.
No es de extrañar que los productores implicados hayan apoyado esta medida como muestra de su compromiso en la lucha contra el cambio climático. Aunque ahora lo importante es que todos los productores cumplan con el compromiso, lo que incluye a compañías y mercados poco transparentes, solucionarlo es sólo cuestión de ejecutar.
Limitar las fugas de metano no deja de ser un caso concreto de mejora de eficiencia energética, cuya lógica puede extenderse a múltiples oportunidades para aumentar la eficiencia de recursos. Cualquier mejora de eficiencia reduce emisiones y consumo de recursos y por tanto tiene impacto medioambiental. Para las empresas, puede suponer una mayor rentabilidad sin necesidad de grandes inversiones o apuestas arriesgadas.
De hecho, esta lógica también se puede aplicar a nivel residencial: Mejorar la eficiencia energética permite reducir el consumo en el hogar, lo que tiene un efecto inmediato sobre el bolsillo. Si bien en este caso la recuperación del coste de las reformas que implique puede ser menos inmediato, por lo que se han creado ayudas para la rehabilitación para facilitarlo.
Del “no brainer” al “business as usual”
Entonces con razón nos preguntaremos: ¿hasta dónde puede llevarnos la eficiencia? Parece innegable que hay que aprovechar los “quick wins” que permite, pero dado que el cambio climático es un problema exponencial de gran magnitud, ¿resulta suficiente?
Afortunadamente contamos con otros “quick wins” que están siendo clave en la transición energética, tanto que ya son parte del “business as usual”, pero no siempre ha sido así.
Es el caso de la energía solar: Impulsada por tratarse de una energía alternativa y renovable, durante muchos años era costosa e incipiente. Su desarrollo debe mucho al apoyo de políticas industriales en forma de inversiones y deducciones, no sólo por consideraciones medioambientales sino también de soberanía energética. Sin embargo, en los últimos años la combinación de innovación acumulada y efecto escala la han llevado a convertirse en una energía que, además de limpia, es competitiva en costes y se está imponiendo en el mix energético, especialmente en los países en los que es abundante, batiendo en precio a las energías fósiles en un número cada vez mayor de casos.
Es el caso de India, dónde la energía solar está facilitando la sustitución de la producción de carbón, no ya por razones medioambientales sino por su competitividad en costes.
Un ciclo similar se ha producido con la energía eólica, que ha llevado a países como Inglaterra a que sus emisiones de CO2 estén hoy al nivel del siglo XIX y continúen bajando.
No es de extrañar que se empiece a hablar de España como potencia energética emergente, dada la extensión de nuestro territorio y la abundancia de sol y viento. Pero sobre todo gracias a la competitividad en costes que han alcanzado las renovables.
Que las renovables tengan la lógica económica a su favor explica que su adopción masiva no dependa ya de consideraciones medioambientales, sino sobre todo de su competitividad, que ha hecho que la transición energética pase de ser una necesidad medioambiental a un buen negocio, lo que acaba generando el impacto positivo que se perseguía cuando arrancaron. Es en estos casos en los que la lógica económica se junta con el efecto escala donde los cambios pueden convertirse en inevitables.
Sin embargo, alabar la buena forma de renovables como la solar y la eólica olvidando las décadas de “sangre, sudor y lágrimas" desde que surgieron como tecnologías innovadoras hasta que han alcanzado esta competitividad sería olvidarnos del aprendizaje más importante que nos dejan:
Si nos lo proponemos, es posible lograr cambios exponenciales, y no sólo de eficiencia.
Necesitamos “una máquina de quick wins”
Necesitamos replicar esa fórmula ganadora para convertir las innovaciones con mayor potencial para reducir emisiones y residuos en “quick wins” lo antes posible, que se integren en el “business as usual” y en todas las recomendaciones de todos los consultores. Fórmula que requiere concentrar recursos en el desarrollo inicial de dichas innovaciones, tanto inversión privada como “catalización” pública a través de distintas medidas, hasta que se logre el “efecto escala” que las haga competitivas. Y que la magia de la lógica económica haga el resto.
De hecho, hoy asistimos en el terreno de la energía a la emergencia de numerosas innovaciones que aspiran a seguir este camino. Alternativas desde el hidrógeno a la captura de carbono compiten por captar dichos recursos, si bien todavía se encuentran dónde solar y eólica estaban hace décadas, en muchos casos en forma de proyectos “first of a kind” (FOAK) complejos de financiar.
Apliquemos también esta lógica más allá de la energía y busquemos replicar la misma confluencia de inversión y escala para resolver buena parte de los problemas a los que nos enfrentamos. De hecho, hasta la fecha, el porcentaje de la inversión total en ClimateTech dedicado a la transición energética es superior a la proporción de emisiones que supone la energía. Existe una oportunidad enorme si también llevamos esta fórmula a oportunidades como la economía circular o la transformación de la industria.
La economía circular industrial es un perfecto ejemplo de oportunidad en la que aplicar dicha lógica. Partir del principio básico de la economía circular, que se basa en reutilizar al máximo y desperdiciar al mínimo, para ir añadiendo valor al producto de la reutilización frente a la extracción de recursos, puede hacer que procesos como el reciclaje pasen de resultar costosos a convertirse en un buen negocio. Avances que reducen los costes de procesado de residuos (como mejoras en las tecnologías para su separación) o que suban su precio ampliando posibilidades de aprovechamiento (por ejemplo nuevos usos como materia prima o fuente de energía) pueden aumentar su rentabilidad y hacer que su mercado alcance escala. Y que la lógica económica haga sus milagros.
¿Qué otros problemas necesitan esta combinación de innovación y escala para resolverlos? ¿podemos encontrar materiales biodegradables que hagan obsoleto al plástico en los envases de un solo uso? ¿qué combinación de plataformas, materiales y modelos de uso necesitamos para ofrecer alternativas duraderas a modelos de consumo irresponsable como Shein? ¿qué otros problemas en busca de solución pueden “convertirse en un negocio”?
La fórmula ya la conocemos: hay que buscar las tecnologías y compañías del futuro que solucionen estos problemas, y apostar muchos más recursos, tanto privados como públicos, hasta que alcancen escala y la lógica económica haga el resto. Y puede salir muy a cuenta, tanto a sus inversores (si no, que se lo pregunten a los primeros que apostaron por compañías como Tesla) como al Planeta y el resto de la sociedad.
Mientras, por si acaso, ¡¡¡no desistamos en cambiar nuestros hábitos de consumo!!! Aunque al consultor se le olvide esta vía, si todos cambiamos como consumimos, la inversión y el efecto escala también nos seguirán.
Gracias por leer Verdades Incómodas
Si te ha gustado esta edición, no te olvides de dar al ❤️ y de compartirla por email o redes sociales con otras personas a las que les pueda gustar.
Suscríbete para apoyarnos y no perderte ninguna futura edición.