Una sugerencia…
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En el contexto del COP28, quería compartir una mirada eminentemente práctica sobre las causas de la crisis climática y cómo podemos atacarlas para darle la vuelta al partido y vencer.
En esta discusión entre países y agentes internacionales para combatir el cambio climático, un mensaje destaca: la situación es dramática y urge cambiar la trayectoria. Hay que lograr el objetivo común de no exceder un calentamiento del +1,5ºC. Como muestra el análisis del IPCC (The Intergovernmental Panel on Climate Change), alcanzarlo nos acercaría al “net zero”, pero hoy seguimos una trayectoria que nos lleva a territorio desconocido. Es necesario corregir dramáticamente el curso actual mediante acciones ambiciosas y urgentes.
Por ello comparto este ejercicio que me ha resultado útil para contar con una foto completa de las principales palancas del cambio climático, de modo que pueda servir como base para una hoja de ruta con implicaciones para consumidores y empresas. Podríamos llamarlo “Cambio Climático Para Dummies”.
Presentando el Esquema de Emisiones GHG
Con el objeto de contar con un esquema para comprender y actuar, presento cómo de forma sencilla podemos relacionar nuestras acciones como habitantes del Planeta Tierra con su impacto en la emisión de “gases de efecto invernadero” (“GHG”, por sus siglas en inglés) y por tanto en el cambio climático.
Elaborado con humildad, simplificado y probablemente incompleto, no pretende sustituir ni a las publicaciones del IPCC y otros análisis detallados, ni a la abundante información de referencia que se encuentra en tantos recursos, desde consultando la Wikipedia hasta preguntando a ChatGPT. Es una mirada distinta que espero que te resulte útil.
Combatir el cambio climático puede resumirse en un conjunto de sumas y restas. De forma muy simplificada, el cambio climático es resultado de la acción humana, que con el modelo de crecimiento actual genera gases de efecto invernadero (sobre todo dióxido de carbono ó CO2, pero también otros como metano), sumando tal volumen de emisiones que su acumulación en la atmósfera está llevando al calentamiento de la Tierra.
La evolución de estas emisiones es resultado del efecto combinado de, por una parte, la producción y consumo de bienes y servicios, que las genera en función de cuánto y cómo consumimos, y, por otra, la conservación del medio natural, que las absorbe en proporción de si lo preservamos o destruimos. Según evolucionen ambas variables, estaremos sumando o restando emisiones a la atmósfera.
Pero quedarse en una visión lineal de cómo luchar contra el cambio climático limitada a lo que podemos hacer hoy ignoraría algunas de las mejores cartas para conseguirlo, seguramente imprescindibles para llegar a tiempo al “net zero”. Afortunadamente contamos con dos palancas adicionales para acelerar la reducción de emisiones: La innovación, mediante tecnologías como la IA o la captura de carbono, y la actuación pública, con medidas para incentivar o desincentivar conductas, tienen un papel clave como aceleradores para restar emisiones más rápidamente, cuando no de introducir un componente exponencial.
Combatir el cambio climático requiere que como sociedad hagamos todo lo posible para que restemos muchas más emisiones de las que sumamos, que sin embargo siguen subiendo con la inercia actual. A continuación paso a descomponer estas palancas, dentro la misma filosofía de simplicidad.
Impacto del modelo de producción y consumo sobre el cambio climático: efecto energía y efecto consumo
El impacto medioambiental derivado del consumo humano es la principal causa del cambio climático, al emitir los gases de efecto invernadero que lo provocan.
Combatir el cambio climático requiere atacar la causa de estas emisiones. De ahí la importancia de la transición a una energía sin emisiones. Un plan para acometerlo debe atender, tanto al mix energético, como a la demanda y crecimiento económico globales a los que atiende. Podemos llamarlos “efecto energía” y “efecto consumo”. Revisémoslos en mayor detalle.
Combatir el cambio climático mediante el “efecto energía” supone reducir la emisión de carbono en la energía que consumimos. Frente a las energías fósiles, fundamentalmente carbón, petróleo y gas, hoy dominantes en el mix energético, la adopción de energías renovables, como la solar o la eólica, es clave para reducir dichas emisiones de carbono. Una transición rápida de unas a otras es imprescindible para aumentar nuestras posibilidades de éxito en este combate.
Sin entrar en mayor detalle ahora, hay consideraciones importantes a la hora de pensar en cómo jugar el “efecto energía” en cualquier estrategia. La primera es que no todas las energías fósiles tienen la misma huella de carbono (siendo más dañino el impacto del carbón al del petróleo, y el de este al del gas). A su vez, en este momento es difícil contar con la energía solar y la eólica “bajo demanda”, al ser dependientes del sol y el viento, por lo que, hasta que no avance lo suficiente la tecnología de baterías para su almacenamiento, es necesario complementarlas con otro tipo de energía que cubra sus valles de suministro, sea fósil u otra alternativa como la nuclear.
También es importante entender que, a fecha de hoy, la electricidad como solución presenta limitaciones. Por una parte, hay usos muy intensivos en combustión como la industria o la aviación que no es capaz de cubrir. Por otra, con frecuencia se sobresimplifica al referirse a la electricidad como energía “sin emisiones”, pero su huella de carbono es consecuencia directa de cómo se ha generado: muy baja si procede de solar, eólica o hidráulica, como ya empieza a ser predominante en algunos países, pero muy elevada si proviene de una central de carbón. De ahí la importancia de la transición energética y contar con un “mix energético” adecuado en cada momento, que no sólo resuelva la urgencia de la descarbonización, sino también mantenga la accesibilidad energética sin cortes de suministro.
Combatir el cambio climático mediante el “efecto consumo” es consecuencia directa de nuestro comportamiento agregado como consumidores y la demanda que generamos. El modelo de sociedad de consumo que hemos creado, basada en la abundancia y la generación constante de necesidades, nos ha llevado a unas exigencias de crecimiento más allá de la pura necesidad, que llevan a un nivel de producción innecesario con un impacto negativo sobre el Planeta.
Reducir este crecimiento es la palanca sobre la que mayor impacto inmediato (de un día a otro) podemos lograr como sociedad. Reducir el consumo superfluo, apostar por la economía circular y consumir de forma responsable priorizando la calidad sobre la cantidad pueden cambiar este modelo de crecimiento y reducir drásticamente el nivel de recursos que exigimos al Planeta. Además, tendría el beneficio adicional de evolucionar a otro modelo de consumo menos materialista, que priorice las personas sobre las cosas e incluso pueda darnos una mayor calidad de vida.
Ello pasa también por cuestionar el modelo de crecimiento económico actual basado en el PIB como medida de nuestros avances. En ese sentido se han planteado modelos alternativos, como los que abogan por el “degrowth” o decrecimiento desde distintos ángulos, con mayor o menor consideración de las diferencias en la distribución del crecimiento a nivel global. Si bien algunos de estos modelos son cuestionables, sustituir el PIB como medida del progreso humano por otros indicadores, más centrados en el impacto sobre el medio ambiente y la calidad de vida, parece una referencia necesaria que podría ayudar a generar soluciones de impacto duradero.
Impacto de la conservación del medio natural sobre el cambio climático
A su vez, el mayor garante con que cuenta el Planeta para la preservación de sus condiciones de vida es la forestación y conservación del medio ambiente natural, garante del equilibrio medioambiental absorbiendo emisiones de CO2. Sin embargo, este capital natural también está siendo directamente deteriorado por la acción humana, mediante la deforestación para la explotación de los recursos naturales, mientras cada vez sufre más severamente las consecuencias del cambio climático.
Por ello, la conservación del medio natural es clave para luchar contra el cambio climático. Es bien conocida la importancia de las selvas tropicales como pulmones de nuestro Planeta, y, sin embargo, han sufrido una fuerte destrucción en los últimos años. Teniendo en cuenta su elevada concentración geográfica (fundamentalmente en 3 países: Brasil, Congo e Indonesia), deberíamos encontrar la fórmula como Planeta para “blindarlas” en una acción calculada.
De igual manera, hay una creciente conciencia sobre la preservación del medio marino. La “tragedia de los océanos” es menos visible al estar sumergida, pero la preservación y restauración de los elementos vitales de su ecosistema, como las barreras de coral, que están desapareciendo de forma acelerada, es crítica para mantener la biodiversidad y su papel clave en el equilibrio ecológico.
La reforestación, como complemento a la conservación, también ayuda a absorber emisiones, particularmente en la medida que restaure los elementos más críticos que se han deteriorado en los últimos años y fomente modelos regenerativos que faciliten su sostenibilidad a largo plazo, como en los casos de las selvas y los corales. Iniciativas como la agricultura regenerativa van un paso más allá, reemplazando algunas de las prácticas que están agotando los recursos del Planeta por técnicas que generan impacto positivo.
Sin embargo, no todo medio natural tiene el mismo impacto medioambiental. Reforestar mediante plantaciones genéricas para compensar emisiones de carbono no basta para detener el cambio climático. En ese sentido es normal cuestionar posicionamientos de “neutralidad en carbono" basados en cálculos de compensación de emisiones plantando árboles. Iniciativas de este tipo pueden tener un efecto complementario, pero no sustitutivo, a la conservación de las reservas ya existentes y los cambios urgentes en el modelo de producción y consumo.
Evitar el deterioro del capital natural es una prioridad del Planeta. Ser capaz de frenar y revertir la inercia actual visibilizando y monitorizando objetivos puede marcar la diferencia. Esquemas para potenciarla como absorbente de emisiones con impacto real pueden reforzarlo.
Impacto de la innovación y sus efectos exponenciales sobre el cambio climático
Como ya hemos adelantado, el papel de la innovación y la tecnología es clave para acelerar las palancas ya descritas. Su capacidad para dar lugar a desarrollos exponenciales que cambien el juego (“game changers”) puede ser determinante para corregir la trayectoria esperada de las curvas presentadas por el IPCC.
La energía es un campo donde la innovación es clave. Avances significativos en tecnologías como la captura de carbono, que permitan “restar” emisiones como un frente adicional a los esfuerzos anteriores, o en apuestas disruptivas en energías bajas en emisiones, como el hidrógeno o la fusión nuclear, podrían dar lugar a cambios cualitativos de otro orden de magnitud. O avances en piezas clave para la transición energética, como la circularización de los procesos productivos o la optimización de baterías, dotándolas de mayor rendimiento y haciéndolas menos dependientes de minerales escasos.
A su vez, apalancar la evolución tecnológica continuadora de la revolución digital puede ser determinante en esta lucha acelerada contra el cambio climático. Destaca la promesa del uso de Inteligencia Artificial en aplicaciones tan variadas como el seguimiento de la preservación del medio natural, la optimización de instalaciones de energía renovable o la predicción del tiempo meteorológico.
No olvidemos que las grandes revoluciones de nuestro tiempo han venido lideradas por iniciativas que han combinado la innovación tecnológica con la iniciativa empresarial. De hecho, es lo que en el ámbito de la lucha contra el cambio climático han conseguido empresas como Tesla, que prácticamente creó la categoría del coche eléctrico hasta llevarla a lo que es ahora, o BackMarket, que ha llevado al mercado masivo el reacondicionamiento y reutilización de dispositivos electrónicos como seria alternativa a comprarlos nuevos. Necesitamos muchas más iniciativas de este tipo que aceleren la adopción por la sociedad de innovaciones con impacto exponencial.
Impacto de las políticas públicas y responsabilidad social sobre el cambio climático
Gobiernos y entidades públicas tienen un papel fundamental, no sólo en promover políticas y dirigir iniciativas y fondos en esta dirección, sino también en facilitar a consumidores y empresas actuar en la dirección correcta, mediante medidas que lo incentiven.
El impacto de la regulación mediante incentivos positivos o negativos alineados con dicho impacto, como el uso de tasas y bonificaciones, puede hacer más atractivas las acciones que resten o no sumen emisiones. En paralelo, es necesario un papel de control que limite el “greenwashing”, obligando a ejercicios de transparencia y evitando la atribución de beneficios irreales o exagerados, como las falsas atribuciones de “cero emisiones”.
Sin embargo, encontrar el equilibrio entre dichas medidas y su aceptación social puede no ser sencillo. El mejor ejemplo de estas reglas son las llamadas “carbon taxes”, o impuestos sobre la energía en base a sus emisiones de carbono. Dado que su efecto inmediato es una subida de los precios del combustible predominante, se trata de una medida impopular, que lleva a los gobiernos a evitarlas o enmascararlas. Hacer frente a este tipo de retos, donde avances en la descarbonización chocan con la realidad inmediata, requiere una visión de conjunto y comunicación que facilite la transición y fomente la responsabilidad social.
Actuar para combatir el cambio climático
Espero que esta visión general te pueda servir, como me ha ayudado a mí, para contar con tu propia hoja de ruta y actuar. No deja de ser un punto de partida que se puede mejorar, y requerir profundizar dónde más impacto podamos tener. Por lo que, si tienes comentarios o sugerencias, compártelos.
Como resumen, existe un número elevado de acciones para combatir el cambio climático sobre las que podemos tener impacto como consumidores y empresas. Todo lo que reste emisiones, suma. Cuanto más podamos atacar a la vez y antes podamos identificar las que pueden hacerlo más deprisa, en mejor forma estaremos para cumplir el objetivo de pararlo.
Y dado que el problema es complejo, las respuestas no pueden ser simplistas. En un mundo que busca soluciones blancas o negras, combatir el cambio climático sobre el terreno requiere aplicar con frecuencia el sentido común.
Un ejemplo es cómo acelerar la transición energética atendiendo a las demandas sociales que hoy coexisten y se contradicen. Escenarios como el rechazo simultáneo a todas las energías fósiles y a las “carbon taxes”, que es el mejor mecanismo para desincentivarlas, unido a la necesidad de mantener el suministro, pueden no dejar margen de maniobra. Encontrarlo puede implicar compromisos como el contar con los productores de energías fósiles, no sólo como parte del problema, sino también de la solución, lo que exige obligaciones de transparencia y compromisos para una transición ambiciosa y realista.
A su vez, otras decisiones no ofrecen dudas, como que el consumir menos tiene un impacto positivo, o que los productos que se presenten como “cero emisiones” tienen que explicar de forma transparente por qué.
Combatir la inercia del cambio climático es probablemente el mayor reto al que nos hemos enfrentado como Humanidad. Desgraciadamente, estamos demostrando que no somos muy buenos en coordinarnos como tal, aunque año tras año mejoramos. Cuanto más acerquemos nuestras hojas de ruta, mejor nos entenderemos y remaremos en la misma dirección. Aún estamos a tiempo para plantarle cara. No esperes un día más para decidir cómo puedes sumar restando emisiones.