Cuando un climatólogo te dice que está preocupado, mejor escucha. Más si cuenta con las credenciales de Juan Antonio Añel, profesor de Clima y Ciencias Atmosféricas de la Universidad de Vigo y Presidente del Grupo Especializado de Física de la Atmósfera y del Océano de la Real Sociedad Española de Física.
Juan Antonio me explicó que ya hay demasiado CO2 en la atmósfera. Causa del aumento exponencial de temperatura que estamos viviendo, como ya sabemos. Tanto que parar las emisiones de dióxido de carbono ya no es suficiente. Aunque lográramos mañana el net zero, la concentración actual ya impulsa una inercia que continuará.
se hace la misma pregunta: ¿al parar las emisiones, se detiene el calentamiento?. Revisa el llamado “committed warming”, o aumento de temperatura futuro ya inevitable como consecuencia del CO2 ya emitido y su efecto sobre la inercia termal del océano, teniendo en cuenta que hay estudios que lo sitúan en los +8ºC. Desde una perspectiva optimista, concluye que sí es posible pararlo, pero es clave reducir el CO2 ya presente en la atmósfera.Para parar la espiral de calentamiento, no basta con reducir emisiones, hay que eliminar parte del CO2 ya en la atmósfera.
El grifo y la bañera
El economista Ralph Chami conceptualiza este problema con la metáfora del grifo y la bañera (“the tap and the tub”):
Podemos pensar en la atmósfera de la Tierra como una bañera y el nivel de CO2 atmosférico como el agua que contiene. La bañera puede tener mucha capacidad, pero si el volumen de agua es demasiado grande y la excede, traerá malas consecuencias.
A la vez, podemos pensar en las emisiones de CO2 como un grifo que vierte agua en la bañera. Si el flujo de agua es demasiado grande, desbordará la bañera trayendo malas consecuencias.
Empleando esta metáfora, la Humanidad sufre tanto un problema de “grifo abierto”, que es el flujo continuo de emisiones de CO2 entrando en la atmósfera, y un problema de “bañera llena”, que es el exceso de CO2 ya atrapado en la atmósfera resultado de flujos pasados.
Para solucionar estas dos causas antropogénicas del cambio climático, son necesarias dos soluciones: cerrar el grifo y vaciar la bañera. En otras palabras, la sociedad debe lograr dos tareas: cortar rápidamente las emisiones brutas y reducir el exceso de CO2 en la atmósfera.
Esto es, tenemos dos retos a nivel Planeta: Reducir el flujo de emisiones y capturar CO2 del stock que ya existe en la atmósfera.

La tercera estrategia
La absorción de CO2 (normalmente conocida como CDR o “carbon dioxide removal” en inglés) es la tercera estrategia para combatir el cambio climático reduciendo emisiones, junto a la reducción de la producción y el consumo (usando el degrowth como herramienta, que no como ideología) y la transformación de la actividad económica (impulsada por la transición energética y la economía circular).
A diferencia de las anteriores, esta tercera estrategia no sólo puede reducir el flujo de nuevas emisiones, sino que además es la única que permite reducir el stock de CO2 ya acumulado en la atmósfera. Por ello, puede ser el comodín clave para escapar del calentamiento: The Carbon Joker.
Cómo absorber el exceso de CO2: NBS y DAC
Hay distintas formas de absorber CO2 de la atmósfera, que pueden simplificarse en dos categorías: soluciones basadas en la naturaleza (“nature based solutions” o “NBS”) y en la tecnología (“technology based solutions” o “TBS”), aunque las primeras puedan verse reforzadas técnicamente. Entre las segundas, la más desarrollada es el DAC o “direct air capture”.
Las “NBS” se basan en comprender y potenciar a la Naturaleza, que ya incorpora un mecanismo para la absorción de CO2: la fotosíntesis. Basta con preservarla y regenerarla para aumentar su potencial para la absorción de CO2, revertiendo el ciclo reciente de deterioro y poniéndola a nuestro favor.
Y es que el carbono no es malo, simplemente hay demasiado donde no debe: su concentración en la atmósfera es lo que causa el calentamiento global. Los océanos, el suelo, la vegetación, son “sumideros de carbono” que almacenan carbono y pueden incluso enriquecerse al hacerlo, como en el caso de la agricultura regenerativa.
Sin embargo, la naturaleza no es suficiente para hacer frente al nivel actual de emisiones y a su vez absorber el stock acumulado en la atmósfera. Estamos volcando un nivel de emisiones anuales de 37.000 millones de toneladas de CO2, mientras se estima que el potencial máximo global de eliminación de CO2 por la naturaleza es 23.800. Sólo podría absorber el 65% del CO2 emitido anualmente.
Las soluciones basadas en la naturaleza plantean problemas adicionales, en particular el de la adicionalidad: ¿cómo asegurar que realmente estamos absorbiendo más CO2 que en la actualidad? ¿cómo lo verificamos y aseguramos su permanencia? O, por el contrario, ¿deberíamos “internalizar” toda la naturaleza en la economía como propone Ralph Chami al valorar cuánto vale una ballena? Precisamente es de la mano de la tecnología cómo se espera que estas soluciones puedan alcanzar un mayor potencial, mediante mediciones verificadas por satélites e IA.
En cualquier caso, las NBS no bastan. La reacción de Bill Gates es preguntarse ¿somos gente de ciencia o somos estúpidos? y apostar por el desarrollo de tecnologías de captura de carbono. De hecho, ha invertido en varias compañías en este sector, como 44.01 y Carbon Engineering, a través de Breakthrough Energy.
Pero las soluciones tecnológicas de absorción o captura directa de CO2 ya en la atmósfera todavía son muy incipientes. Conocidas como DAC (Direct Air Capture), son diferentes de otros modelos como el CCS (Carbon Capture and Storage), basados en capturarlo antes de que entre en la atmósfera, por ejemplo en la producción de combustibles. El DAC se basa en construir enormes estaciones de filtrado que absorben CO2 de la atmósfera y lo almacenan de forma permanente, generalmente bajo tierra. Otras tecnologías similares, como el ERW (Enhanced Rock Weathering), son prometedoras.
El DAC ofrece ciertas ventajas sobre las NBS, ya que la absorción es inmediata, frente a la naturaleza que puede requerir décadas para lograr el mismo impacto, y su almacenamiento fuera de la atmósfera es permanente, evitando riesgos como un incendio.
Pero el DAC es aún una tecnología incipiente y todavía muy costosa. Como muestra este estudio del MIT, se estima que para capturar aproximadamente un 25% del CO2 que emitimos anualmente necesitaríamos unos 12,000 TWh de electricidad. Extrapolado al total de emisiones, supone unos 48,000 TWh de electricidad, cuando la producción anual en todo el planeta es de 30,000 TWh.
Se estima que hoy contamos con una capacidad operativa de captura inferior a 50 millones de toneladas de CO2 por año, que sube a unos 350 millones de toneladas si contamos la que está en construcción. Lo que no llega al 1 por 1000 de las emisiones anuales actuales
No es de sorprender que algunos de sus líderes, como Climeworks, que ha desarrollado las mayores plantas de DAC, estén ofreciendo a sus clientes asesoramiento y portfolios customizados de soluciones naturales y tecnológicas para absorber CO2.

De cero a gigatones
Pero absorber CO2 es una necesidad imprescindible. De hecho, McKinsey ve el futuro con una industria de captura de carbón que absorberá gigatoneladas de CO2 para mantener el “net zero” de emisiones y puede alcanzar un valor de hasta $1.2 trillones en 2050.
Dentro de la misma incluye tanto las soluciones basadas en naturaleza como en tecnología. Revisan 10 soluciones en términos de permanencia y coste por tonelada, que van de la restauración de suelos y humedales a la captura directa del CO2 del aire y del océano.
¿Qué falta entonces para que la industria de la captura de carbono despegue? ¿De dónde pueden venir los ingresos que la financien, y la eleven al trillón largo que estima McKinsey?
Su modelo de negocio actual es la venta del CO2 absorbido como “carbon credits”, que se comercializan en mercados voluntarios, y normalmente son comprados por empresas que quieren compensar sus emisiones. Mercado que, originalmente vinculado a soluciones naturales, ha ido incorporando soluciones tecnológicas de absorción directa o incluso de otro tipo que suponga una reducción de emisiones (al que dedicaremos otra entrega de Verdades Incómodas).
Pero la demanda de créditos de carbono todavía es muy reducida. MIT Technology Review observa que, incluso los proyectos de DAC que han recibido financiación del DoE americano están encontrando problemas de viabilidad por falta de demanda, limitada a un número reducido de compañías (fundamentalmente Microsoft, Stripe, Shopify, y Google, correspondiendo a la primera el 77% de las compras). Llevando a consideración si los gobiernos deberían financiar en esta primera fase no sólo la construcción de las plantas sino también su actividad.
Ello es particularmente grave en el caso del DAC que, como nueva tecnología es todavía muy inmadura y necesita desarrollarse y escalar para alcanzar costes competitivos. A costes actuales, absorber 100 billones de toneladas a $100 por tonelada costaría $10 trillones, más de un 10% del PIB global. Falta aún mucha curva de aprendizaje para facilitar un modelo de negocio atractivo.
En cualquier caso, un modelo de ingresos basados en compensar emisiones solamente resolvería el problema del grifo de CO2. ¿Cómo financiar la eliminación del exceso de CO2 de la bañera? Problema que Carbon 180 valora en “2 trillones de toneladas de CO2 ya en la atmósfera, legado de 200 años de actividad humana”.
Chami propone que sea la forma de instrumentar la factura de Loss and Damage discutida en la COP, y que los países que generaron históricamente las emisiones sean los que preserven la conservación de la naturaleza que va a absorber el CO2 que se ha acumulado.
Una solución más ambiciosa sería valorizar el CO2 absorbido de la atmósfera, y que sea un negocio que se financie a sí mismo por pura lógica económica. Necesitamos startups que exploren cómo convertirlo de forma rentable en materiales o energía. Eso sí podría crear industria de gigatones y trillones.
3, 2, 1…
En cualquier caso eliminar CO2 no sólo del grifo sino también de la bañera es imprescindible si queremos evitar que el planeta se siga calentando. ¿Llegaremos a tiempo para desplegar las tecnologías de absorción de carbono que necesitamos?
De lo contrario, tendremos que acudir a soluciones de emergencia, aunque sólo sean remedios transitorios hasta que seamos capaces de reducir y eliminar emisiones. Ya hay propuestas para enfriar el planeta mediante “solar geoengineering” o inyecciones de SO2, soluciones que implican riesgos desconocidos.
Contar con un Carbon Joker que no sólo acompañe la reducción de emisiones sino también la eliminación del exceso histórico de CO2 sería una baza importante para ganar esta batalla. Es de hecho imprescindible. Hay que completar la baraja. Necesitamos esa carta.
