La economía circular es la gran desconocida en la lucha contra el cambio climático y el deterioro del Planeta Tierra. Pero es la solución más poderosa con que contamos para resolver sus problemas, probablemente porque se inspira directamente en la Naturaleza.
Para tantas veces como se menciona la palabra sostenibilidad, o se habla de la transición energética o nuevas tecnologías como el hidrógeno o la absorción de carbono, demasiado poco se escucha de la economía circular.
Ello es paradójico. La economía circular es clave para reducir las emisiones de carbono, cerca de la mitad de las cuales se generan en la fabricación de bienes. Pero además es clave para reducir la extracción de recursos y generación de residuos que están llevando a la Tierra al límite. Se calcula que cada año consumimos 1,75 veces los recursos que genera, y llegaría hasta 5 si todos lo hiciésemos al nivel de EE.UU. En España nos acercamos a 3.
Al pensar en economía circular muchos pensamos en Wallapop o en biometano. O en las 3R del Reducir Reutilizar y Reciclar. Pero la economía circular es mucho más que eso.
La economía circular es un salto cualitativo. No se trata de una simple mejora del sistema actual, que nos ha llevado a la situación en la que nos encontramos. Es un replanteamiento radical de cómo pensamos y actuamos y cómo operamos la producción y el consumo. Think different & act different.
Economía circular y pensamiento lineal
La economía circular se basa en un principio muy sencillo: La Naturaleza. La Naturaleza es la fuerza más poderosa que existe, como lo demuestra cuando se rebela y tenemos que enfrentarnos a ella. Lleva milenios funcionando, muchos más que nuestra especie, y nos sobrevivirá si es necesario. Y su funcionamiento es circular: absorbe cualquier residuo que genera y lo convierte en alimento para generar nuevos recursos. Cualquier animal que muere, cosecha que se malogra, desecho orgánico, es absorbido como nutriente para algo más.
En paralelo, hemos construido nuestra economía en lineal, sobre el modelo “take-make-waste” o “extraer-fabricar-tirar”, basado en extraer recursos de la naturaleza con los que producir objetos que acaban convirtiéndose en residuos que esta no puede absorber. Cada vez que se fabrica un objeto, no sólo tenemos un problema de emisiones, tenemos un problema de extracción de recursos y generación de residuos. Y todos crecen exponencialmente.
Hemos pensado en lineal y tenemos que pensar en circular. Frente al “take-make-waste” de la economía lineal, el principio de la economía circular es “as long as possible”: sacar el máximo partido a cada recurso o producto en su máximo valor, reduciendo el consumo innecesario y la generación de residuos. Hacer de nuestra economía un sistema dinámico en el que no se desperdicia nada y los residuos se convierten en recursos productivos.
¿Qué nos impide ponerlo en práctica? El propio sistema que hemos montado. Llevamos ignorando a la Naturaleza muchos años y no le ponemos nada fácil realizar su trabajo.
Ciclo biológico y ciclo técnico
Entre todos los objetos que consumimos, algunos siguen el ciclo de la naturaleza, y podemos devolverlos a la misma para que los integre en su círculo, como la piel de plátano que tiramos en el bosque. Pero la mayoría son artificios que hemos fabricado mezclando componentes que no son fáciles de separar entre ellos. O simplemente los mezclamos nosotros al deshacernos de ellos, como esa misma piel de plátano si va dentro de una bolsa. Eso cuando no se trata de materiales que hemos inventado y la naturaleza es incapaz de absorber, como la mayoría de los plásticos.
Por eso en economía circular se habla de ciclo biológico y ciclo técnico, según del material del que se trate. Si es biodegradable y lo puede absorber la naturaleza, como la madera o la comida, hablamos de material biológico. El resto, como metales o plásticos, son materiales técnicos de los que nos tenemos que encargar nosotros aplicando el principio de la economía circular de sacarle el máximo partido al máximo valor posible, tratando de replicar el funcionamiento de la naturaleza.
Sobre la base de estos dos ciclos, la Fundación Ellen MacArthur ha popularizado el Diagrama de la Mariposa, o diagrama de la economía circular, en el que se muestran y priorizan las vías de mayor valor para alargar la vida útil de las cosas tanto en el ciclo biológico como el técnico (leer desde dentro hacia afuera).
Así, en el ciclo biológico, una madera tendrá más valor mientras se pueda seguir usando para fabricar muebles u otros objetos que aprovechen el tratamiento que haya recibido (lo que denominan “cascadas”), que para su uso como combustible o absorción por el ecosistema.
En el ciclo técnico, dónde el número y complejidad de casos crece, será siempre preferible extender la vida de los objetos que han incorporado valor a través de su diseño y fabricación, mediante fórmulas para compartir, mantener y prolongar su uso, incluyendo su reutilización por terceros y reacondicionamiento. De no ser posible, sacando el máximo partido a sus componentes como piezas o recambios. Y sólo como último recurso, reciclando, dada la pérdida de valor y dificultad práctica que tiene el reciclaje de numerosos materiales. El salto entre el valor de un teléfono móvil mientras se pueda seguir utilizando y el valor de sus materiales para el reciclaje es enorme.
Para facilitar que entre en juego la “mariposa” es fundamental la separación: Separar cada material, no sólo entre los biológicos y los técnicos, sino entre cada uno de ellos. Por ejemplo, son preferibles los tejidos de un sólo componente que las mezclas.
Por ello los que saben de economía circular destacan la importancia del diseño. Que cada producto esté pensado para consumir el menor número de recursos, extender su vida útil y minimizar sus residuos gracias a su fácil separación, nos acerca a imitar a la naturaleza.
Una y mil veces
Y es que hemos estado pensando en lineal cuando la Naturaleza es circular. La economía circular es aprender de la naturaleza, sacando el máximo partido a cada material el máximo tiempo posible, y tratar de emularla, mediante un diseño que prime lo biodegradable y facilite la separación.
Mirar a la Naturaleza nos permite pensar en grande. Si llegamos a medir cuántos recursos dejamos de extraer y cuántos residuos dejamos de generar, podremos marcarnos objetivos de igual forma que estamos haciendo con las emisiones. Además, podemos ir un paso más allá y pasar a la economía regenerativa, que aprovecha el funcionamiento circular de la Naturaleza para poner su poder exponencial de nuestro lado y darle la vuelta al marcador. Pero de ello ya hablaremos en otra entrega de Verdades Incómodas.
Mientras, podemos producir cambios inmediatos poniéndonos las gafas de la economía circular y no desperdiciando nada. Una y mil veces - como el estribillo de la canción de C Tangana y Omar Montes 💃