El 22 de Abril es el Día de la Tierra y posiblemente lo mejor que podemos desear es que no tengamos que volver a celebrarlo.
Que deje de ser necesario. Que el día de la Tierra pase a ser todos los días. Evitar que con pequeños gestos simbólicos una vez al año nos demos por contentos y pensemos que así vamos a conseguir algo. Si queremos que nuestro Planeta siga siendo tan buen lugar para vivir tenemos que actuar mucho más rápido. Todos los días. No podemos ser más lentos que el cambio climático.
Por eso me gustaría hacerle un regalo a la Tierra hoy que sirva para que todos los días pasen a ser días de la Tierra.
Es algo que ocurrirá en el momento que todos lo decidamos. Si cambiamos cómo vivimos y consumimos. Tan pronto cuando tengamos en cuenta nuestro impacto sobre la Naturaleza. No es algo que yo pueda lograr, pero quizás sí podemos conseguirlo entre todos. Te lo cuento por si tú también se lo quieres regalar.
Buena parte de mis reflexiones en estas Verdades Incómodas han ido en esa dirección. Desde tratar de simplificar cómo combatir al cambio climático para llevarlo a nuestras decisiones diarias, hasta cómo consumir con más conciencia - menos, mejor, diferente. También era el motivo por el que lanzamos Gratix.
Vuestra respuesta a una de estas publicaciones me ha hecho pensar. Al compartir mi reflexión sobre “el NIMBY que todos llevamos dentro”, muchos me escribisteis agradeciendo ese retrato en el que os veíais reflejados de alguna forma. Admitir que no somos héroes y necesitamos ayuda e ir paso a paso.
Por eso mi regalo para la Tierra en este Día es una idea “open source”. Que espero que ayude a que todos los días sean Día de la Tierra. Podemos llamarla “la Dieta Planetaria”.
De igual manera que si queremos cuidar nuestro cuerpo actuamos sobre nuestra forma física y alimentación, aunque nos cueste pasarnos por el gimnasio y limitar ciertos manjares, si queremos cuidar el Planeta tenemos que ser muy conscientes de cómo le afectan nuestras acciones.
Una dieta no deja de ser un viaje a un futuro mejor. Nadie elige ponerse a dieta porque le apetezca. Nos ponemos a dieta para acercarnos a un destino. El gancho para ponernos a dieta es decidir en quién nos queremos convertir. Acercarnos a una imagen de nosotros mismos que nos atrae. Tanto que nos impulsa a educarnos en nuevos hábitos y romper con vicios, que sabemos que no nos hacen bien pero están muy arraigados. Saber que, aunque cueste, a la larga nos hará mejores.
Que una dieta tenga éxito dependerá de que nos lleve a ese destino y disfrutemos el viaje. Si acertamos con ambos, nos sentará bien ir abandonando vicios y estaremos a gusto con nuestro nuevo yo. Como en la “dieta cognitiva” que sugería David Cerdá en esta entrevista con
: siendo conscientes de cómo alimentamos la cabeza (qué escuchas, ves, lees y hablas), elegimos el alimento del alma.De igual manera, podemos decidir cómo alimentamos a la Naturaleza. No en vano, ya nos estamos “comiendo el Planeta” todos los años (y algunos varias veces). Cuando lo que necesitamos es más Naturaleza, que es quién mejor sabe cuidar de sí misma. Ser conscientes de cómo le impactan nuestras acciones le hará bien, y a nosotros también.
Pero mantenerse a dieta no es fácil. El primer reto es ponerse en marcha. Y el segundo perseverar. En este caso agravados por lo difícil que es ir contracorriente y sobreponerse al consumismo. Y por las dudas que nos asaltan a la hora de decidir qué tenemos que empezar a hacer de forma distinta, con preguntas para las que muchas veces no tenemos respuesta.
¿Cómo conseguir entonces que la Dieta Planetaria tenga éxito, y no se quede en una idea más? Ahí es donde creo que he encontrado algo más. Te invito a participar y que le demos forma entre todos. Empiezo…
Necesitamos una nueva profesión, llamémosla los dietistas planetarios, que nos ayuden a educar nuestros hábitos y domar al NIMBY que llevamos dentro. Que nos ayuden a darnos cuenta que no necesitamos tantas cosas. A pensar dos veces, y desconfiar de lo que nos atrae porque es barato o nos entra prisa. Y prescindir de lo innecesario, o sustituirlo por opciones más sostenibles que mejoren nuestro impacto planetario.
Necesitamos tratamientos a medida. Que los dietistas planetarios conozcan la ciencia del impacto sobre la Naturaleza. Y lo pongan en contexto sobre qué es importante para cada uno y qué esfuerzo le supone cada cambio. Que tengan opciones distintas para situaciones distintas. Para el que vive en un bloque junto a una parada de metro y el que está aislado en una casa en las montañas. Para el que le cuesta renunciar a los viajes y el que le encanta la moda. Para el que quiere ir a por todas. Un ritmo que podamos asumir, pero que nos permita progresar todos los días. Y poder celebrar los avances y afinar el tratamiento con revisiones periódicas. Sintiendo la satisfacción de acercarnos a nuestro destino. A esa imagen de nosotros mismos que nos atrae.
Necesitamos tratamientos voluntarios. Si cada uno somos capaces de ir eligiendo a qué renunciamos desde la convicción, el cambio puede ser más progresivo y profundo. Y también contagioso. La satisfacción genera imitación. Y por qué no, ponerlo en marcha en nuestra empresa, ciudad, país.
Estos dietistas planetarios serán nuestros confidentes y aliados, como el médico o el fisioterapeuta. Y les pagaremos como hacemos con el gimnasio. Una nueva profesión con escuela y consultorios. Que pueda tirar de otros especialistas cuando haga falta, como expertos en arquitectura medioambiental u organizadores del método de Marie Kondo.
Pasarnos a la Dieta Planetaria será este regalo diario a la Tierra. Todo lo que dejemos de consumir, todos los cambios en nuestra dieta… enviará un mensaje al resto del sistema. Como cuando el médico nos prescribe un medicamento, necesitamos a la industria farmacéutica, aplicar nuestra dieta creará demanda, impulsando industrias y tumbando otras. Fomentará un alineamiento entre lo que se produce y lo que le conviene a la Naturaleza.
Y si tienes dudas, nada como recordar por qué lo hacemos. Apártate de tus pantallas y pégate una zambullida en la Naturaleza, para entender lo que está en peligro si no actuamos pronto.
¿Damos el primer paso? ¿Seguimos con la automedicación, o creamos una lista de espera para dar trabajo a los dietistas planetarios? ¿Empezamos con la práctica o con el tratado?
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