Protestas en Madrid por la tala de árboles para la ampliación de la red de metro. No sabemos si tienen en cuenta que gracias al sacrificio de estos árboles aumentará el número de viajes en metro y la gente que deja el coche aparcado en casa, con sus humos y emisiones. Un alivio para el resto de los árboles y demás habitantes de la ciudad. El tipo sistémico de “mal menor” al que la Naturaleza está acostumbrada. Como “los que van al frente a morir” en las guerras humanas. Si las plantas hablaran, ¿aplaudirían a estos árboles mártires, los primeros del frente de defensa, cuyo sacrificio en batalla permite avanzar posiciones en la guerra? ¿cuántos coches hay que dejar de mover para evitar el próximo incendio?
Amigos de los pájaros se oponen a la instalación de molinos de energía eólica: Cuando el viento es fuerte, sus hélices llegan a alcanzar velocidades de hasta 200 kilómetros por hora, y algunas aves mueren contra ellas. Probablemente sin un análisis coste-beneficio para el Planeta. Tal vez también sin considerar estudios como el de Environmental Science & Technology: Basado en los datos entre 2000 y 2020 del USA Christmas Bird Count, no se observa reducción significativa en el número de aves en aquellas zonas dónde se instalaron molinos, ni siquiera en las especies teóricamente más amenazadas, como águilas, halcones y buitres. Sin embargo, allí donde se iniciaron explotaciones de petróleo y gas, el número de aves se redujo en un 25%, probablemente por una combinación de ruido y contaminación del aire y agua. Un beneficio adicional a las emisiones de gases de efecto invernadero que eliminan dichos molinos.
En las dos películas españolas más destacadas de 2022, “As Bestas” y “Alcarrás”, los “malos” eran la energía eólica y la solar. Al verlas nos hacen sentir cómo la instalación de molinos y placas altera la vida rural, y empatizar con los perjudicados. Las energías renovables aparecen con un tinte mafioso que “compra” acabar con tradiciones y estilos de vida. Pero “el malo de verdad”, el Cambio Climático, no aparece: El guión no le da mérito a las renovables por hacerle frente, ni por la independencia energética que suponen. El drama va en otra dirección, se olvida de “La Tragedia de la Energía”.
En inglés se usa el término NIMBY (“Not in my Backyard”, “no en mi patio trasero”) para referirse a este fenómeno. Aparentemente alejado de nuestro concepto de “NiNi”, que “ni estudia ni trabaja”, tienen más en común de lo que parece. Les une la negación. Negarse a algo que beneficia a todos en base al interés individual.
La principal característica del fenómeno NIMBY es la resistencia a aceptar que lo que nos beneficia exige esfuerzos y renuncias (el famoso “trade off” en estrategia) y que no podemos esperar que siempre los hagan otros. A veces nos toca a nosotros.
Paradójicamente, aunque sepamos que las energías fósiles precipitan el cambio climático y financian guerras y tiranos, ese NIMBY que llevamos dentro prefiere que todo siga así, ya que ocurre lejos y podemos mirar a otro lado. Hasta que se lo den resuelto. Ojos que no ven…
Mirar a otro lado es fácil. Es irresponsable también. Y lo hacemos con frecuencia. Cada vez que consumimos. Pensar dos veces y hacer renuncias es difícil. Preguntarnos de dónde viene nuestra energía. Cómo se ha fabricado la ropa que compramos. Dónde acaban los plásticos que podríamos no usar. Tenemos que hacer visible lo que mantenemos invisible porque está lejos de nosotros. Los ríos contaminados, las aves que mueren, el trabajo infantil, los vertederos que se acumulan. Cambiar siempre es difícil. Ver nos puede llevar a querer.
Aceptemos, con compasión y sin drama, a ese NIMBY que llevamos todos dentro, en mayor o menor medida. Ese experto en buscar razones que justifican nuestra excepción. Ese NIMBY que nos anima a comprar lo que no necesitamos, resistirnos a usar más el transporte público o abusar de la calefacción o el aire acondicionado.
Para hacerle frente, tenemos que aceptarle. Y, con paciencia y firmeza, domarlo hasta que nos sintamos orgullosos de él. Tal vez empezando con ver más, y acercar lo que hoy es invisible. Y acompañando estos descubrimientos con renuncias, avanzando cada día. Un día aceptando que algo habrá que hacer “en nuestro patio”, otro sintiendo que no podemos seguir haciendo aquello que llevábamos años haciendo porque no veíamos más allá. Nuestro ejemplo es el arma más poderosa y contagiosa que tenemos.
Y dormiremos mejor, sabiendo que en esta guerra estamos en el mismo bando que los árboles.
Gracias por leer Verdades Incómodas
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