“This used to be the future” es una pequeña joya escondida en el repertorio de los Pet Shop Boys. Desde que la descubrí, escucharla me produce una sensación especial. Me transporta sin quererlo a un lugar de melancolía entre el presente que vivimos y cómo, hace años, lo imaginábamos cuando era el futuro.
La canción habla sobre recordar cuando esto iba a ser el futuro. Habla de utopía, ciencia ficción y empezar de nuevo. That future was exciting - repite varias veces.
Acompañada de una instrumentación evocadora que recuerda un poco a “Being Boring”, probablemente el mejor tema de los Pet Shop Boys, también con una enorme carga melancólica. Y con la inesperada colaboración de Phil Oakey, el legendario líder de The Human League, que probablemente nunca imaginó cuando lanzó el adelantado “Dare!” en 1979 que 30 años después interpretaría esta canción sobre el futuro con unos discípulos tan aventajados. Todo con un aire tecno-retro heredero de Kraftwerk y de una visión del futuro en el humanos y máquinas crean un mundo mejor.
Pocos años después, durante uno de mis frecuentes viajes a Londres mientras trabajaba en Google, “This used to be the future” volvió a resonar en mi cabeza de la forma más inesperada. Como de costumbre, me levanté pronto para correr, pero esta vez me dirigí a Regent 's Park, que no era mi circuito habitual. En un momento dado, divisé la torre de comunicaciones de Londres, hoy llamada BT Tower, y recordé a mi versión de 10 años cuando estuve por primera vez en Londres y ese era el edificio más futurista de la ciudad, entonces llamada Post Office Tower. Parecía traída del futuro, o al menos de una canción de Kraftwerk. Pero esta mañana de running ya era una embajadora del pasado. O de cómo en el pasado pensábamos que sería el futuro. Y la melodía de Pet Shop Boys no dejó de perseguirme durante el resto de la carrera.
Desde entonces, esa reflexión tan melancólica me acompaña con frecuencia. Cuando veo los avances, o retrocesos, que estamos consiguiendo como sociedad. O como las innovaciones que introdujimos con tanta ilusión nos llevan a sitios distintos de los que pensamos. A veces tan alejados de ese futuro.
¿Y si pudiésemos desplazarnos al pasado y poner nota a nuestros días como el futuro que viene? Dicen que “esperábamos coches voladores y hemos terminado contando likes”. Pero ha habido avances que maravillarían a nuestro yo del pasado. ¿Adónde nos están llevando? ¿Es el mundo un lugar más feliz ahora? ¿Está mejor gobernado? ¿Nos sentimos mejor? ¿Tenemos una visión más optimista del futuro?
Ya nos pasó cuando inventamos el automóvil y no pensamos cómo cambiaría todo nuestro entorno: los humanos tendemos a sobrevalorar el impacto de la innovación en el corto plazo e infravalorarlo en el largo.
En mi caso esta reflexión es algo más que la de un mero observador del mundo. Me he dedicado a ser profesional del futuro. Habiendo apostado desde muy pronto en mi carrera por el desarrollo de internet, después abracé la adopción masiva del móvil con el mismo entusiasmo. Como el dispositivo personal que podría tender puentes y aumentar la prosperidad de todo el Planeta. La tecnología no sólo era el futuro, traía los superpoderes para hacerlo mejor para todos. That future was exciting.
Sigo siendo un apasionado de la tecnología y sus posibilidades, pero mi nivel de entusiasmo ha cambiado. Cuando pienso en la Inteligencia Artificial, a la que tengo cerca desde hace muchos años, la veo como una herramienta llena de posibilidades, que me divierte usar y nos puede ayudar a vivir mucho mejor. Pero, al repasar los efectos buenos y malos de las anteriores “revoluciones tecnológicas”, uno pasa a modular el excitement. Cada vez me fijo menos en los medios y más en los fines. ¿Cómo queremos que sea el futuro?
¿Y si hemos construido el futuro entusiasmados con nuestras creaciones y sin pensar demasiado en adónde nos podía llevar? Sin pensar lo suficiente en qué nos falta, qué nos sobra y qué nos hace sentir mejor. Queríamos llegar a Marte, pero al final acabamos desarrollando un mundo paralelo dentro de este Planeta más parecido a Matrix que a una sociedad utópica.
Parece este un futuro construido de espaldas a la naturaleza, de la misma forma que antes las ciudades costeras dejaban el mar para el puerto y no para sus habitantes. Y eso es algo que debemos corregir. Aunque sólo lo hagamos pensando en nosotros mismos. No echemos a perder este Planeta en el que hemos tenido la suerte de nacer.
Cuando ahora pienso en el futuro veo otras cosas. Sigo disfrutando de la ciencia ficción y lo que la tecnología nos puede permitir. Pero me preocupa más el resultado: qué impacto vamos a tener sobre la naturaleza, o a qué dedicaremos nuestro tiempo, y si nos ayudará a asegurar la prosperidad y mejorar la convivencia.
Y hay motivos para la esperanza. Vuelvo a entusiasmarme con avances como la revolución renovable, la economía regenerativa y otras aplicaciones de la economía circular, que hacen pensar en un futuro con energía y recursos accesibles en abundancia para todo el Planeta. Y en la capacidad de la ingenuidad humana para seguir inventando nuevas soluciones a los problemas que nos enfrentamos. Con la IA a su servicio. Eso puede ser una visión del futuro.
Pero prefiero pensar en los fines sin ilusionarme demasiado con los medios. Y pensar que si lo hacemos todos podemos conseguir escribir ese futuro que necesitamos. Porque no nos olvidemos, nuestras acciones tienen mucho más impacto de lo que creemos.
Y es que el futuro no existe, el futuro es el resultado del presente. Sólo el presente cuenta. Lo que hagamos hoy decide cómo será el futuro.
Como cantaban los Pet Shop Boys con Phil Oakey, podemos empezar de nuevo. El futuro es ahora. Exciting.
Preciosa reflexión Chema. Posiblemente, como título Simone Signoret sus memorias "La nostalgia no es lo que era". Siempre me he planteado que esperamos un cambio en nuestro entorno pero que nuestra forma de sentir siga siendo la misma ¿es eso correcto?.