En estas fechas el calendario nos recuerda que es época de pensar en los demás. Un buen momento para valorar la importancia de dar.
, psicólogo organizacional y profesor de Wharton, sabe mucho de eso.En su libro “Dar y recibir” (“Give and Take”) eleva el dar a filosofía de vida. Y no sólo por las virtudes de la generosidad y la solidaridad. Dar también sale a cuenta. Su subtítulo es un buen resumen: Por qué ayudar a otros nos hace triunfar.
Grant llega a estas conclusiones tras numerosos estudios en distintos ámbitos de la sociedad (empresas, universidades) y entornos profesionales (ingenieros, médicos, vendedores) sobre cómo nos relacionamos con los demás y su relación con el éxito:
La gente difiere dramáticamente en sus preferencias por la reciprocidad - su mix preferido de dar y recibir (give and take).
Los takers son aquellos que quieren llevarse más de lo que dan, y ponen sus intereses por encima de los demás. Creen que el mundo es un lugar competitivo, “dog-eat-dog”. Sienten que, para triunfar, necesitan ser mejores que los demás. Para probar su competencia, se promocionan y se aseguran apuntarse el crédito de sus esfuerzos.
Los givers prefieren dar más de lo que se llevan. Prestan atención a los demás y a lo que puedan necesitar de ellos.
La diferencia entre ambos no es económica, sino en actitudes y acciones hacia los demás. Si eres un taker, ayudas a los demás estratégicamente, cuando tus beneficios son superiores a tus costes. Si eres un giver, tu análisis coste-beneficio es diferente: ayudas aunque los beneficios para los demás superen a tus costes personales. Incluso puede que ni pienses en lo que te cuesta, y ayudes sin esperar nada a cambio.
En entornos como el laboral, muchos no actuamos como takers o givers puros y lo hacemos adoptando un tercer estilo: como matchers, buscando un equilibrio entre lo que damos y recibimos. Los matchers operan con un principio de justicia: cuando ayudan a otros, se “protegen” buscando reciprocidad. Si eres un matcher, crees en el “tit-for-tat” y tus relaciones se rigen por el intercambio de favores.
Una vez ordenado el mundo en takers, givers y matchers, Grant explora su relación con el éxito, con hallazgos sorprendentes:
Los patrones de éxito basados en estilos de reciprocidad son muy claros. Si tuvieras que adivinar cuál de los tres estilos tiene más probabilidades de terminar en el último eslabón de la escala del éxito, ¿cuál esperarías? ¿Takers, givers o matchers?
La investigación arroja que los givers predominan en el cuartil más bajo en la distribución del éxito. Se trata de casos que hacen que otros prosperen sacrificando su propio éxito.
Y si los givers son los que más probabilidades tienen de ocupar la parte más baja de la escala del éxito, ¿quiénes la encabezan? ¿los takers o los matchers?
Ninguno de los dos. Al revisar de nuevo los datos, descubrí un patrón sorprendente: de nuevo son los givers.
Entre los ingenieros de California, por ejemplo, aquellos con la mayor y la menor productividad son ambos givers. Aquellos con mejores marcas tanto en calidad como cantidad son los que de forma consistente dan más a sus colegas de lo que reciben. Los mejores y los peores en resultados son givers. Los takers y matchers suelen quedarse en el medio. Este patrón se repite en todas las profesiones observadas.
¿Cómo se explica este enigma? ¿Qué diferencia a los givers en la cima del éxito de aquellos que están a la cola?
No es una cuestión de talento o aptitud. Son las estrategias que usan y las decisiones que toman lo que marca la diferencia. Los givers de éxito están dispuestos a pedir ayuda si la necesitan.
Lo que es único sobre el éxito de los givers es que cuando triunfan, su éxito se extiende. Cuando lo hacen los takers, normalmente hay alguien que pierde. Los estudios revelan que la gente tiende a envidiar a los takers que tienen éxito y tratan de impedir que tengan más. En contraste, suelen apoyar a los givers que triunfan. El éxito de los givers crea un efecto onda entre la gente que les rodea. La diferencia está en cómo el giver genera valor, en lugar de reclamarlo. Como dice el inversor Randy Komisar, “es más fácil ganar si todo el mundo quiere que ganes”.
Donde se ve la ventaja de los givers es en el largo plazo. La vida no es un juego de suma cero. Construir confianza lleva tiempo, pero se traduce en buena reputación y relaciones que llevan al éxito. “Ser un giver no es bueno para correr 100 metros, pero es muy valioso en un marathon”. Ello se observa, por ejemplo, entre los estudiantes de medicina, y cómo el patrón va cambiando según van avanzando en su carrera.
Si esto es así, ¿por qué no damos todos más? Adam Grant lo lleva al extremo de marcarse como su misión personal el contribuir a un mundo con más givers. Y con menos takers. Un mundo mejor.
De hecho, la mejor manera para un giver para pasar de la cola a la cabeza de la distribución del éxito es no convertirse en víctima de los takers. La vida es mejor con menos takers y más givers - en el mundo, en las empresas, en los grupos que elegimos, en cualquier organización.
Dar parece una estrategia inteligente que sale a cuenta. Pero requiere hacerlo con la genuina generosidad del giver, de lo contrario no funcionará. Como en el caso de los fakers, un tipo de takers que esconden una actitud calculada tras amables apariencias.
Además, dar nos hace felices. Hay estudios que demuestran que regalar nos hace más felices que recibir regalos: El sentimiento de felicidad cuando obtenemos un regalo disminuye más rápidamente que cuando somos nosotros los que lo hacemos, que se mantiene días después de la acción.
La filosofía asiática del karma ya lo sabía desde hace mucho: El karma se define como una ley que ajusta el efecto a su causa, es decir, todo lo bueno o malo que hacemos nos traerá las mismas consecuencias a lo largo de nuestra vida.
Esto es: cada vez que haces bien, mejoras tus opciones para que te ocurran cosas buenas. Cuando das, abres la vía para recibir y que otros puedan tener la satisfacción de dar también.
En Gratix nos inspiramos en la ley del karma para crear el “karma rank” que facilitaba a los más solidarios ser correspondidos dentro de la comunidad. En cualquier caso, los givers ya eran nuestros mejores usuarios y los más felices. El puro placer de compartir les resultaba gratificante. Así nos lo contaron.
Si parece que nos sienta bien y tenemos tanto que ganar, ¿por qué no damos más, sobre todo a quien más queremos? ¿Puede la ley del karma ser tan efectiva como la de la gravedad, al menos en el largo plazo?
Vale la pena probarlo. Y aplicarla también a nuestro querido Planeta. Como demuestra la economía regenerativa, cuidar de la naturaleza nos revierte muchos más beneficios de los que esperamos. Rompamos el modelo taker que nos ha llevado al cambio climático y el deterioro de nuestro entorno y adoptemos el modelo giver de la economía circular.
Escuchemos al calendario. El poner a los demás por delante y pensar más en dar que recibir no sólo debería ser algo que hagamos en estas fiestas. Tal vez sea la inspiración que necesitamos para ir formulando nuestros buenos propósitos para el año que viene. Y hacer que nos salga más a cuenta a todos.
Verdades Incómodas se toma un descanso las próximas semanas. Si lo echas mucho de menos, siempre puedes descubrir o releer alguna de las entregas previas.
Give and Take, gran libro.
Creo que Grant se inspiró mucho en el Profesor Stew Friedman, del mismo departamento de Wharton pero unas decenas de años más mayor. Es interesante leer el capítulo 7 del libro Total Leadership publicado por Stew en 2008.
Si comprendiésemos que todos somos uno cualquier problema seria una ilusión