Discusión sobre este post

Avatar de User
Avatar de Rosemary DeSena

Crecí en Pittsburgh, Pensilvania, EE. UU., pero mi madre era de Nueva Inglaterra de Massachusetts.

Como era su costumbre mientras crecía, dormíamos con las ventanas abiertas en invierno, para tomar aire fresco, mientras nos amontonábamos debajo de las mantas y teníamos el calor del radiador encendido a un nivel razonable para la noche (no demasiado caliente).

Estaba acostumbrado a este hábito cuando fui a la universidad en Illinois. Abrí mi ventana en el invierno para tomar aire fresco en mi dormitorio ... un cuarto sin que yo lo supiera, mi habitación reguló todos los dormitorios de mi pasillo.

Así que cuando abrí la ventana y enfrié mi habitación, el calor se encendió más fuerte en todas las habitaciones de ese pasillo, dejando a mis compañeros de dormitorio sofocando con un calor de 90 grados Fahrenheit.

Finalmente fui informado por el gerente de instalaciones de mi error y me dijeron que detuviera mi práctica de inmediato... Me perdí el aire fresco.

Actualmente vivo en un edificio de de 1960 en San Francisco, no hay aire o calefacción central. Todavía abro mi ventana para el aire fresco.

El único lugar en el que he vivido donde recuerdo que la calidad del aire era cuestionable fue cuando vivía cerca de una autopista. El hollín negro se acumularía en mi balcón de los coches que pasan... ¿de los neumáticos? Abrí mi ventana, pero tenía un poco más de preguntas sobre si debería hacerlo.

Mis experiencias trabajando en rascacielos... Siempre hacía demasiado calor o frío, y tuve reacciones tan malas en la piel por estar en el aire reciclado todo el día. No lo echo de menos.

Expand full comment
Avatar de Francisco Colom

Nuestros antepasados solían ajustar su comportamiento según las condiciones térmicas del exterior: añadían o quitaban capas de ropa, adaptaban su alimentación y bebida, o la actividad física que realizaban.

Esta estrecha conexión con los ciclos de la naturaleza también les obligaba a aceptar un rango más amplio de temperaturas, tolerando más frío y más calor.

En contraste, nuestra vida moderna busca justo lo contrario: eliminar la volatilidad, aislarnos del exterior y desvincularnos de la naturaleza. Esto supone que deleguemos nuestro confort en el consumo de energía.

La pregunta es: ¿mejora este consumo adicional nuestra calidad de vida?

En mi opinión, una vez tenemos nuestras necesidades básicas cubiertas, el uso excesivo de aire acondicionado y calefacción no resulta en mayor calidad de vida. Al contrario, cada vez necesitamos consumir más energía para sentir el mismo confort.

Somos más exigentes pero no más felices.

Una reflexión veraniega muy acertada, José María.

Expand full comment
5 more comments...

Sin posts